lunes, 20 de octubre de 2008

Espera...


Ya se conoce la raíz de la violencia en los adolescentes. Los estudios más recientes apuntan al diálogo y a la familia. Ahí se engendra y ahí se resuelve. Y me adhiero a la hipotética crítica de los padres que, posiblemente, están hartos de tópicos. Detectar la causa no significa haber dado con la solución. Ante los problemas reales no sirven las recetas abstractas. Necesitamos ayuda, orientaciones prácticas para poder marcarnos objetivos concretos.

Con este propósito, releía hace poco un artículo de J.A. Arregui. El autor advierte que se incide en el esfuerzo y la exigencia como un valor básico, pero se olvida que tan connatural al ser humano es la tendencia de no querer hacer y dilatar lo que hay que hacer porque no me apetece como querer en el momento algo y exigir obtenerlo ¡YA! porque me apetece. “Es una pedagogía falsa y peligrosa. (...). Es falsa porque espontáneamente la mayoría de los hijos ni estudian, ni se comportan en la mesa, ni se levantan por la mañana, ni dejan de insultarse ni pelear. Y es peligrosa porque los adolescentes que pegan palizas a los inmigrantes también son espontáneos; y, además, unos bestias”.

Enseñarles a esperar. Se puede empezar desde el momento en que el pequeño de un año monta un espectáculo en la calle porque quiere este muñeco ¡ahora! y la respuesta es NO. Después, será la bolsa de chucherías que ha visto en el estante del súper y si le decimos NO hay que arrastrarlo literalmente...y la gente nos mira- ¡pobre niño!- pero no dejamos que la cuele en el carro de la compra. Más adelante nos las tendremos, como relata Arregui, con nuestra hija de diez años que nos presiona para que salgamos a las diez de la noche de casa porque se le han gastado las pilas de los “discmans”... y decidimos que NO; escuchamos sus argumentos y le explicamos que mañana no es demasiado tarde. Y las botas de marca que nuestro adolescente de dieciséis necesita “urgentemente” cuando sólo queda un mes para las Navidades y NO; nosotros también estamos esperando la extra. Educarlos en la espera. Para que entre lo que desean y el momento en que lo obtienen exista un impás que les permita ponderar si esas necesidades son verdaderas o responden al instinto de saciar el primer impulso.

Una chica y un chico que se ha acostumbrado a esperar le será más fácil decir ¡NO! cuando le ofrezcan por primera vez un porro delante de sus amigos... porque sabrá calibrar las consecuencias; y podrá detenerse y pensar ¡NO! antes de agredir, física o verbalmente, a un compañero. La espera da frutos valiosísimos en el ser humano: constancia, acabar lo que se empieza, superar las dificultades. NO para poder llegar al SÍ de los proyectos personales a largo plazo.

Enseñarles a esperar para que sus decisiones dependan de ellos mismos. Porque el ejercicio de la espera hace fuerte la musculatura de la libertad.

6 comentarios:

Desire dijo...

Enseñarles a esperar, parece tan facil, pero sabe Dios todo los que nos torturan cada vez que decimos NO, aun asi es válido lo que decis y tenemos que practicarlo es parte de la formación del carácter de nuestros hijos.

sunsi dijo...

Parece fácil pero no lo es. No sé si tienes hijos adolesscentes... creo que sí. Ni te imaginas los resultados que da la espera cuando se empiezan a recoger. Vale la penadedicarle esfuerzo al tema. Lo digo con conocimiento de causa. Tal vez la famosa crisis tenga este lado positivo.

Un beso desde España

Anónimo dijo...

Vaya por delante que soy una madre orgullosa de sus hijos.

Ahora bien, no confundir con que:

a) Hagan lo que esperaba de ellos.

b) NO los vea tal cual son.

Dcho esto, creo que se educa desde el momento en el que nacen, equilibrando amor, comprensión, con firmeza.

Es importante no confundir firmeza con antipatía.

Es importante no confudir hacer lo correcto con que hagan lo que yo quiero.

Es importante que tengan criterio y, después no reprocharles constantemente que no coincida con el nuestro.

Es importante que sean independientes y seguros de sí mismos y después no acusarles de hacer su voluntad.

Y la regla de oro: tus hijos hacen lo mismo que el resto del mundo. Son adolescentes y, como tales, ADOLECEN* de casi todo.

Conste que lo digo por experiencia propia: si ha habido alguna madre borde y antipática, el primer premio es para mí.

Aún así, son buena gente.

En resumen: para educar, desde el momento en el que nacen, después, en la adolescencia, paciencia (mucha) y firmeza (mucha más)

Así es posible que pasen de la náusea profunda al asco respetuoso**

Un saludo


* La frase no es mía, la he copiado de mi socia, que es la mejor.

** Tampoco es mío, pero me ha hecho gracia.

sunsi dijo...

Pepa, hija, este comentario es para trasladarlo a un post. Lo tuyo con la bordería (conste que es lo que más gracia me hace)¿ es connatural, te viene de serie (ahí me estoy vengando)?.

Un buen decálogo... bueno, no sé si es decálogo porque no he contado los puntos.

¿Puedo subirlo? Ya me dirás . Si nome das permiso no lo hago.

La birraaa. Que la tenemos pendiente.

Anónimo dijo...

A tí , corazón, te permito lo que sea.

Dos cosas: sí, viene de serie, aunque debo reconocer que soy un modelo mejorado, de última generación.

La segunda, no, no es un decálogo; la pena es que, cuando me lo aprendí .... era tarde.

Menos mal, que, a pesar de mí y gracias a Dios nuestro Señor (bueno y al padre de las criaturas) la cosa no fue del todo mal.

Así, como ves, siempre queda un hueco para la esperanza.

P'a la birra, díme día y hora.

¡Ah! Gracias por admitrime en este tu espacio, la verdad es que, a vuestro lado, me siento completamente atacada por la idiocia.

P.

sunsi dijo...

El ataque de idiocia. A veces viene bien retroceder a la infancia. Oye, lo subo. Gracias por dejarme.

Abraçades